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jueves, 15 de julio de 2010

Los errores de Ferrari: una revisión

Cuando llevamos aproximadamente la mitad del mundial de Fórmula 1 disputado, muchos se preguntan por qué hay escuderías que, teniendo un gran potencial, no se acercan a los puestos que les corresponderían, en teoría. En particular, es el caso de dos escuderías: una grande y con sesenta años de historia en esto de la máxima competición; la otra, una recién llegada con ansias de ponerlo todo. Ferrari y Red Bull son las grandes perjudicadas del año. Y vamos a poner cierta visión sobre los problemas de una y otra que es conveniente revisar y que podrían ser la causa de futuros descalabros. Y es que, o se ponen pies en pared, o mal van a ir las cosas. Empezamos con Ferrari.


El F10: luces y sombras.

Estoy seguro, como aficionado, de que ninguno de los que estamos aquí esperábamos que, tras la pretemporada y el arranque que tuvieron los de Maranello, el coche estuviera tan abajo en la clasificación de equipos. Tras ver lo que el F1o era capaz de dar en las pistas españolas en febrero y lo que era capaz de hacer en Bahrein al inicio de la temporada, muchos ferraristas vieron renacer esperanzas al ver a los de rojo en lo más alto del podio de la primera carrera del año.

No fue mal tampoco para el asturiano y su compañero en Austrialia. Pero fue al llegar a Malasia donde el F10 empezó a demostrar sus carencias. Y eso, si no contamos el motor que hubo que cambiar en Bahrein porque se sobrecalentaba. Este fue el primer gran problema del coche que habían diseñado este año en Maranello. Alcanzaba una temperatura demasiado elevada y sus motores se fundían. Y así lo demostró Alonso en Malasia, donde, con una caja de cambios rota, tuvo que hacerse a la mar y tirar de habilidad de piloto viejo. Al final, el motor no aguantó. Llegó China y se repitió el cuarto puesto. Pero el F10 no daba para más. Sólo podía esperar a los fallos de los rivales para puntuar. Y Alonso se quejaba amargamente de que el coche no evolucionaba. No era el único. A Massa también le costaba hacerse con el F10. Su trato a las ruedas, que es casi mimoso, deja fuera de combate al brasileño, que necesita calentar sus neumáticos de otra forma más agresiva.

Llegó la F1 a Europa y el F-duct se incorpora en Barcelona donde se rubrica un segundo y un sexto puestos. El F10 parecía resurgir, tal como se había pronosticado, al llegar a Europa y se demuestra competitivo, manteniendo la lucha con McLaren y Red Bull. Tampoco en Mónaco se comporta mal el coche, demostrando que puede darlo todo, remontando desde el último hasta el sexto puesto. Sería en Turquía donde el coche volvería a desfallecer. Mala calificación, con Fernando quedándose en la Q2 y un coche lentísimo que no había sido evolucionado, excepto por el F-duct. La aerodinámica le estaba fallando, también los motores y, por supuesto, fallaba el propio concepto del coche.

En Canadá, los lamentos de los pilotos tuvieron efecto y el coche se portó bien. Fue rápido, competitivo, y sólo las maniobras de unos y otros le dejaron fuera de mejor posición. Aún así, Alonso volvió al podio (podía haber quedado primero).

La versión B del coche se presenta en Valencia, en el GP de Europa. Es un coche mucho más competitivo y consistente, con un comportamiento ejemplar y una rapidez que no tenía su hermano mayor. Ponía de relieve lo mejor de la primera versión (el trato a los neumáticos) y solucionaba, al parecer, las carencias del F10A. Y hemos visto lo mismo este último fin de semana en Silverstone. Pero ambas carreras estuvieron marcadas por errores de la FIA y el F10B no ha podido demostrar aún lo que vale.

¿Qué ha mejorado de Turquía a Gran Bretaña? Sobre todo, la refrigeración del motor, que ya no se sobrecalienta tanto. Y después, a alimentación de aire del difusor. Ferrari parece haber comprendido mejor que muchos los escapes sopladores y eso le acerca bastante a Red Bull, mientras que sus competidores han tenido problemas con ellos y los han retirado. Aunque están lejos aún, vuelven a competir arriba, veremos si les dejan.

La Scuderia tiene aún mucho margen de mejora, sobre todo en la salida y en la calificación. Las salidas que hace el F10 (A o B) son desastrosas. Hay que revisar esto, porque la carrera puede decidirse en la primera curva y llegar a ella con la posición ganada, es muy importante. Pero la calificación debería mejorarse más aún. Los coches rojos no son capaces de superar a los RB6 ni los MP4-25 en ninguna carrera y, si lo logran, es más bien por problemas ajenos que por méritos propios. El F10 es un coche muy bueno en tandas largas, pero en cortas se deshace. ¿Quizá deberían salir a dar giros y giros en calificación para mejorar? No lo sé, pero de todos modos, estos dos aspectos del monoplaza son muy deficientes y, en algún momento, habrán de mejorarse.

Los pilotos, a examen.

Tampoco es del todo justo achacarle la mala situación de Ferrari en el campeonato a un comportamiento deficiente del coche. Como todo, el que lo maneja también tiene parte de culpa y en este caso, tenemos dos pilotos que no están a la altura de lo que se espera de ellos.

Felipe Massa es el que más está sufriendo. Con el accidente de Hungría del año pasado todavía en la mente, el piloto brasileño no está rindiendo como debería. Tras su segundo puesto en el Gran Premio de Bahrein, subió al podio en Australia, pero no ha vuelto a visitar el cajón desde entonces. No se está adaptando al nuevo monoplaza, ni a la nueva normativa de no poder repostar ni a las nuevas gomas. Su actuación en 2010 no pasa de discreta, quizá porque las portadas las ocupa Alonso, pero no puede ser sólo por eso. Sus puestos en el campeonato no son brillantes como en el pasado. En el interior del brasileño hay algo roto, algo que no funciona. Y no se le ve luchar como antes.

Peor es el caso de Fernando Alonso. El asturiano ha cometido este año demasiados errores que no pueden dejarse pasar. Y empezamos a contar desde el error cometido en la salida de China, dejándose llevar y saltándose la salida. El error en los libres de Mónaco le dejó fuera del podio, cuando podía haberse llevado la pole de calle. Canadá fue una pesadilla tras Buemi y Chandok, cuyos sendos toques le hicieron perder unos valiosísimos puntos que tenía más que ganados. En Valencia se quedó detrás del Safety Car, perdiendo todas las opciones. Y en Silverstone, adelantó por donde no se debía y al final se encontró con una sanción, injusta, pero normal por otro lado.

El piloto español parece estar ansioso. Sabe que tiene un coche que corre y una escudería que lo da todo. Tiene a toda Italia a su favor, y eso no es decir poco. Pero en contra tiene a su propio caracter, que lo pierde y le calienta más de lo debido. Y, aunque aquí haya que ir rápido, las prisas nunca fueron buenas. Se ha adaptado bien al coche y eso es una gran noticia, pero no es lo único que hay que hacer. Hay que hablar en el asfalto y no ante las cámaras, porque si no, pasa lo siguiente.

La FIA, antigua aliada, nueva enemiga.

Últimamente venimos viendo que la FIA se está ensañando con Ferrari por todos lados. La antigua alianza, rota ya y olvidada, se ha convertido en una enemistad manifiesta. En el caso de la FIA, las sanciones están claramente perjudicando a la Scuderia y a los pilotos, que ven como sus puntos se escapan por actuaciones que no están siendo nada justas y se los llevan los pilotos que infringen las normas. Este año, hemos visto cómo Alonso perdía muchísimos puntos por sanciones injustificadas (sí, es cierto que la de Silverstone está justificada, pero fue desproporcionada) o falta de sanciones (lo de Hamilton en Valencia sigue sin tener nombre).

Y cuando ves cómo pilotos como Hamilton (China, 2010, echa fuera de pista a Webber adelantándole) o Sutil (Silverstone, 2010, embestida a Pedro de la Rosa), se quedan sin sanción por cosas que sí que han hecho, se te embala la boca y no puedes parar. Y encima, los fans atacan a la FIA. Y así se comienza un círculo vicioso de te perjudico-rajas-te perjudico que no es beneficioso para unos ni para otros.

¿Soluciones?

De momento, sólo mejorar el coche. Mientras los pilotos sigan siendo enemigos de sí mismos, metiendo la pata por uno u otro lado, y la FIA sienta esa animosidad frente a Ferrari, la única solución es que Maranello empiece a echar humo y veamos, en poco tiempo, un F10C capaz de sobrepasar a Red Bull tanto en carrera como en calificación.

Así que, señor Montezemolo, póngase las pilas.

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