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martes, 2 de agosto de 2011

Nos vamos de vacaciones. ¿Qué pasa con el campeonato?

Si algo nos deja cada año con incertidumbre, son las vacaciones que la Formula 1 disfruta para volver con fuerzas renovadas a finales del mes de agosto. Hay muy pocas cosas que podamos vaticinar, pero sí que podemos, echando la vista atrás, saber cuáles son los puntos fuertes y débiles de este nuestro campeonato, que nos está pareciendo tan soso al compararlo con el del año pasado. Vamos a ello.

Los puntos fuertes nos mantienen pegados al sofá.

Y es que no son pocos. Sin innovaciones técnicas punteras y llamativas (y me estoy refiriendo a algo similar al F-duct, no al DRS) poco podemos comentar acerca de esto. Quizá podamos ponernos a hacer conjeturas acerca de qué es lo que tiene Red Bull que lleva intratable dos años, pero serían sólo eso, conjeturas. Y, de todos modos, con la ventaja que tienen, tampoco nos serviría de mucho. Entonces, ¿qué es lo que nos gusta tanto de este año?

Los neumáticos Pirelli, un acierto

Aunque en algún momento nos hemos mostrado críticos con la elección de los neumáticos italianos para la competición, lo cierto es que se ha demostrado que ha sido una de las decisiones más acertadas que se han tomado este año.

Los compuestos que ha preparado Pirelli los ha preparado a conciencia, para que se degraden bien y desfallezcan cuando menos lo esperas. Esto provoca cambios de estrategia sobre la marcha, bailes inesperados en el pit, adelantamientos en pista que no estaban previstos... Todo esto exige de los pilotos y los equipos la máxima concentración para no perder comba. Prueba de ello son los fallos de estrategia que el equipo Ferrari, a pesar de haber tenido una buena lección en Bahrein 2010, aún cometía a principios de temporada o el error de Hamilton en Hungría 2011. Los Pzero parecen imprevisibles y tan pronto se calientan bien como no hay forma de que cojan la temperatura óptima. Equipos que tenían en los Bridgestone un seguro, han pasado a tener problemas de calentamiento de las gomas, lo que les penaliza (y esto, que tome nota más de uno, es consecuencia de una pobre aerodinámica).

El trabajo y el mérito hay que concedérselo tanto a Pirelli, que ha creado unas gomas para el espectáculo, como a Pedro Martínez de la Rosa. El piloto español ayudó a crear estas maravillas, pues sin su experiencia y su 'feedback' como conductor de monoplazas no se podría haber alcanzado semejante grado de satisfacción en los aficionados. Lo que piensen pilotos y escuderías es lo de menos.

El DRS, un invitado de última hora.

El llamado drag reduction system o como lo conocemos los españoles, alerón trasero móvil es otro de los puntos fuertes de este año. En este caso sí que hemos sido muy críticos desde aquí con él. No nos gustaba. No tenía sentido para nosotros si el F-duct ya ejercía el mismo efecto y no hacía falta gastarse un dineral en ajustarlo. Hubo quien lo llegó a calificar como el peor invento de la F1.

Sin embargo, tenemos que retractarnos y mirarlo con otros ojos. Si bien ha sido Pirelli quien ha dado el mayor punto de espectáculo al campeonato de este año, el DRS ha contribuido en gran medida a ello. Y si no, no hay más que echar la vista atrás y ver la carrera del domingo otra vez y fijarse, no sólo en los de delante, sino en los que corrían entre las posiciones 7ª y 10ª, entre Kobayashi y Alguersuari. Sin DRS esa lucha habría sido un truño y sólo los choques entre los bólidos podrían haber resuelto la papeleta. Pero con las alas abiertas, los coches tenían que defenderse como podían, encontrar huecos para no tocarse y esquivar el agua de la pista, todo a la vez.

Y no sólo eso. Las estadísticas cansinas que Lobato y sus secuaces nos presentan en cada gran premio, demuestran que el número de adelantamientos se ha doblado y hasta triplicado en algunos casos. Así que, perdónenos usted, mr. DRS.

También hay puntos flojos.

Por supuesto, no todo iban a ser parabienes. Estamos en la carrera número 11 de 19, queda menos de la mitad del campeonato y todos sabemos, desde hace bastante, quién se va a llevar el gato al agua. En la memoria, el año 2004, en el que Ferrari, con el kaiser aún tras el volante del Cavalino, se llevó el mundial de calle. 2011 será la misma fiesta, con otros protagonistas.

La insultante superioridad de Red Bull

Evidentemente, para ellos esto no es un punto flojo, pero sí lo es para los demás. A mí personalmente, que un equipo esté tan por encima de los demás me da un poquillo de dentera. ¿Por qué?

Fijaos en las primeras carreras de este año. Hasta la número 8, Sebastian Vettel, actual campeón del mundo era mr. 93%. De los 200 puntos disputados hasta ese momento se había hecho con 186. Cuando sólo te han faltado 14 puntos de todos los totales puedes permitirte ciertos lujos, como es llevar tres carreras consecutivas sin quedar primero o incluso acabar cuarto y perder la sonrisa. De hecho, antes podían hasta permitirse el lujo de bajarse del coche en la Q3 sin haber dado más que una vuelta.

Esto resta espectáculo al campeonato. Porque ahora sólo nos queda saber quién será capaz de terminar segundo en el mundial.

Los intentos de Ecclestone y la FIA por maquillar el año

Consecuencia directa de lo anterior. Con un año como el 2010 podíamos haber tenido una temporada trepidante, se habría hecho efecto llamada y habrían entrado sponsors, nuevos aficionados y, por tanto, dinero a espuertas en un mundo que necesita más dinero del que puede amasar.

Sin embargo, Newey parece empeñado en que esto no sea así y ahora anuncia un difusor que les puede dar hasta tres décimas de golpe. Y, por su empeño, hemos vivido una situación tan dantesca que es casi indescriptible: la farsa de los escapes sopladores en Silverstone. Ahora sí, ahora no, ahora un 10%, ahora un 50% sólo para los motores Renault, ahora nadie, ahora todos, ahora sólo si firman los 12 equipos... La pantomima, como medio para atraer la atención, no estuvo mal. Que hablen de uno, aunque sea mal, pero que hablen reza la máxima. Y así debió pensarlo quien orquestó todo esto, que, aunque no deja de ser una conjetura, estoy convencido de que no fue otro que Ecclestone, usando de nuevo a la FIA como parachoques y marioneta de sus propios intereses.

Y es que se han empeñado en restarle a Red Bull una ventaja que se han labrado ellos solitos. Señores, se les olvida que esto es Formula 1 y que se viene innovado de casa. Aquí los coches son todos distintos, todos tienen sus particularidades y todos tienen sus cosas. Si cuando alguien consigue una ventaja gracias a su esfuerzo y trabajo se le anula, por mucho que sea en nombre del espectáculo, la Formula 1 deja de serlo para convertirse en otra cosa. Sin la pugna por la superioridad técnica, esto sería GP2 o cualquier otra categoría inferior en la que todos los coches son iguales. Sientense, aclaren y clarifiquen el reglamento y sean inflexibles y firmes y que el reglamento sea fijo. Hacer un reglamento con fisuras por las que colarse sólo nos lleva al esperpento de prohibir las innovaciones a mitad de temporada o a cambiar las reglas para el año siguiente. Y tanto cambio de normativa, de año en año, es agotador.

¿Qué pasará a partir de ahora?

Es un interrogante que no podemos contestar. Quedan ocho carreras. Doscientos puntos. Matemáticamente, incluso Jenson Button podría ganarlo, si consiguiera cien puntos más que el actual líder. No podemos descartar nada. En las tres últimas carreras, se ha dejado 27 puntos en el camino, más de una carrera entera.

Si el parón veraniego les viene bien a algunos para ponerse las pilas, es posible que tengamos algo de campeonato aún. Pero si comenzamos la gira por Asia y las cosas siguen más o menos igual, es mejor que vayamos pensando en otras cosas, como el mundial de 2012 y la polémica por el calendario. No se puede, como digo, descartar nada. Que ganen unos u otros, que a los austriacos les dé la pájara y pierdan el mundial de forma inesperada, que pase cualquier tontería y los de McLaren acaben por llevarse el gato al agua...

Todo está demasiado abierto y demasiado amarrado a la vez. Los milagros ocurren, cierto, pero esto es Formula 1 y los milagros se los construye uno de noviembre a marzo.

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