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miércoles, 23 de junio de 2010

El colmo...

Pues sí, esto ya es el colmo, señores.

Hace unos días, con motivo del Gran Premio de Canadá publiqué esta entrada en el blog: Análisis GP Canadá, que lleva un parrafico (bajo el epígrafe Hamilton, las reglas y las aclaraciones hechas a posteriori). En ella, comentaba cómo, tras las flagrantes infracciones del señorito inglés, se apresuraba la FIA, en la persona de Charlie Whiting, a regular la situación de Lewis... eso sí, una vez a toro pasado, como suele decirse. Concretamente, fue por esto:



Vamos, que ni corto ni perezoso, el poleman del pasado 13 de junio, se bajó del coche a empujarlo, porque no tenía suficiente combustible. Ridículo cuando menos.

Pues bien. Una vez que Hamilton ya ha hecho su llamada de atención del día, Charlie Whiting le echa una bronca paternal y le impone una absurda multa de 10.000 € (sí, es lo que ganáis algunos en un año entero, pero para este tío es como si os multaran con 1 € por ir sobre el capó en la autopista). Eso sí: advierte que el siguiente que lo haga, aparte de ser llamado a declarar por los comisarios del GP correspondiente, conllevará una dura sanción económica y una penalización de entre 5 y 10 puestos, justa según el nivel de peligro que conlleve la maniobra.

Eso fue hace quince días. Ahora, con la mosca tras la oreja, y el zumbido de la mala conciencia, la FOTA se reune para presentar, hoy mismo, en Ginebra, una propuesta al respecto. Si sale adelante, como parece que así será, los pilotos estarán obligados a terminar la clasificación con un mínimo de combustible.

No es que lo de Hamilton sea normal en las sesiones sabatinas, pero este chico está estirando el reglamento hasta límites insospechados. Eso sí, él siempre se libra. ¿Cómo calcularán entonces el combustible que hay que poner en la clasificación? Cuando tratas de clasificar llevas el coche lo más descargado posible, eso es lo normal. Pero no te pones a hacer el imbécil como hizo el señorito Lewis Hamilton. Si en lugar de hacer el paripé que hizo, se baja del coche y la grúa se lo lleva al parc fermé, hoy no estaríamos con esta chufa, pero el señorito Lewis tiene que dar el espectáculo.

Gracias a él, veremos sesiones de clasificación lentas, casi caóticas, en las que un coche gastará más o menos, según el nivel de aceleración que use el piloto, consiguiendo tiempos consecutivamente estratosféricos y picapiédricos. Si por lo que sea, uno de los monoplazas consume más combustible en su vuelta de clasificación y se baja por debajo del mínimo, sanción. Y si se carga más combustible, la vuelta será más lenta y caerá en la parrilla.

Esto será rápidamente superado por los ingenieros, gasolineros y demás -eros del equipo, pero no puedo dejar de pensar en que las Q3 se van a poblar de lentas tortuguillas que descubrirán que son liebres sólo cuando ya no haya remedio.

Una pena que esto siempre pase cuando el señorito Lewis hace una trastada de las suyas. Y ya es el colmo. La normativa está para cambiarse, pero no para cambiarse al son que toca Hamilton, Alonso, Schumacher o Chandhok. Señores de la FIA, hay que imponer sanciones también al primero que mete la pata. O al final, esto es un cachondeo, porque Hamilton parece estar buscando situaciones no regladas para dar la nota. Veo normal, por tanto, que el público en general se tome a pitorreo el mundial de F1, porque ni siquiera el organismo regulador que la dirige se pone de acuerdo consigo mismo, ni toma decisiones racionales.

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