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El circuito internacional de Bahrein, situado en Sakhir y que viene siendo el Gran Premio inaugural de los mundiales de Fórmula 1 de los últimos años ha sido suspendido temporalmente debido a las revueltas que asolan el país. El príncipe Salman ibn Hamad Al-Khalifa, heredero al trono de este pequeño Emirato formado por treinta y tres islas del Golfo Pérsico. Evidentemente, esto no es cosa de risa y, aunque como aficionados lamentamos la suspensión de la carrera, lo más importante es que la situación se normalice como se ha hecho ya en Egipto, pero nos conviene repasar, como aficionados también, cuáles podrían ser las consecuencias de esta suspensión.
¿Se correrá en otra fecha si las revueltas se acaban?
En principio parece que la intención de la FIA es retomar el Gran Premio de Bahrein más adelante, cuando la situación del país haya vuelto a la calma y pueda garantizarse la seguridad de pilotos, ingenieros y demás participantes del gran circo. Un Gran Premio es un evento muy complicado y caro de organizar que supone un gran esfuerzo y una inyección de dinero enorme para el país que lo organiza, a pesar de la fuerte inversión que hay que hacer para poder organizarlo. Es una oportunidad que la familia regente de Bahrein no debe dejar pasar, porque además supone una fiesta que hermana a pueblos tan distintos.
Pero, ¿sería seguro volver a Bahrein tal y como están los ánimos? Mi respuesta es que no lo sé. Si la familia Al-Khalifa es capaz de arreglar la situación con normalidad y buena disposición, el país volverá a la calma y estoy convencido de que la F1 volvería encantada al emirato. Sus gentes, de natural hospitalarias, volverían a contar con un evento que, año tras año, convierte Sakhir en un oasis en medio del desierto.
Sin embargo, si los insurgentes recrudecen sus respuestas, Bernie Ecclestone debería desistir de organizar allí el GP de 2011. Y quizá también el de 2012. El horno no está para bollos e intentar llevar allí toda la parafernalia que supone un gran premio puede ser totalmente contraproducente. Button ya sufrió un ataque el año pasado y no fue en un país que estuviera sumido en el caos. ¿Quién nos dice que ninguno de los pilotos vaya a sufrir algún tipo de consecuencia por correr en Sakhir? Como es imprevisible, lo recomendable es la cautela.
Cautela en un mundo en el que se desprecian los riesgos.
Es un hecho. La Fórmula 1 no asume riesgos: los viene despreciando año tras año. Desde la trágica muerte de Senna, afortunadamente, la seguridad en los monoplazas y los circuitos ha evolucionado muchísimo, de forma que las escuderías se han reído en la cara del peligro y los pilotos pueden alcanzar velocidades de vértigo con la certeza de que si algo sale mal, hay infinidad de sistemas y dispositivos que mantendrán su integridad física todo lo posible: el HANS, la cabina indeformable, los cables de sujeción de los neumáticos... Todos ellos diseñados e implementados para mejorar la seguridad de los hombres que tanto nos hacen disfrutar los fines de semana que hay carrera (y, espero, pronto la de alguna mujer).
Sin embargo, esta vez, la F1 ha tenido que refrenar sus caballos, desbocados en la pista y sin freno una vez que el mundial echa a andar. Se ha tratado con extrema cautela lo que está pasando en Bahrein y deberá seguirse la evolución de la situación del país con mucha atención. Ecclestone, jefe supremo de la F1, quiere correr allí a toda costa. Es normal. Es un sitio que supone unos ingresos enormes para la organización y debe ser un lujo ver una carrera allí en directo, a juzgar por lo que vemos por televisión. Pero esta vez, Bernie va a tener que sujetarse más de lo que está acostumbrado a hacer.
Sin pilotos ni escuderías, la Fórmula 1 no existiría. Y, a mi entender, el sentir de Massa es el sentir de la mayoría de personas que componen este deporte. El brasileño dijo ayer que la parte humana es más importante que la parte profesional; lo importante es que se arregle y podamos volver más adelante con seguridad para todos. Ecclestone, en el ínterin, estaba visiblemente decepcionado con la cancelación del GP y, entre líneas, pudimos leer su enfado con la situación en Bahrein: lamento la situación en Bahrein y deseo su pronta resolución, para poder volver a estar pronto en Sakhir.
Posibilidades de regreso
Ahora mismo, si yo fuera Ecclestone, no me plantearía volver. Ni siquiera más adelante.
Es cierto que es la primera vez que se tiene que suspender un Gran Premio, pero la cancelación parece una idea muchísimo más razonable. En primer lugar, porque aunque las aguas vuelvan a su cauce, es posible que la más mínima chispa prenda otra rebelión de similar escala y volvamos a las andadas. Y si esto ocurre antes de montar nada, todavía podría evitarse, pero una vez que lleguen allí camiones, ingenieros, televisiones, etc., ¿cómo podrían salir del Golfo Pérsico sin encontrarse atrapados entre la insurgencia?
Aún así, se barajan varias fechas alternativas. Todas las cuales supondrían tres fines de semana seguidos con carreras, con el follón que eso supone a las escuderías. Si finalmente esto ocurre, va a ser todo un reto organizativo y logístico.
A la espera quedamos.
¿Se correrá en otra fecha si las revueltas se acaban?
En principio parece que la intención de la FIA es retomar el Gran Premio de Bahrein más adelante, cuando la situación del país haya vuelto a la calma y pueda garantizarse la seguridad de pilotos, ingenieros y demás participantes del gran circo. Un Gran Premio es un evento muy complicado y caro de organizar que supone un gran esfuerzo y una inyección de dinero enorme para el país que lo organiza, a pesar de la fuerte inversión que hay que hacer para poder organizarlo. Es una oportunidad que la familia regente de Bahrein no debe dejar pasar, porque además supone una fiesta que hermana a pueblos tan distintos.
Pero, ¿sería seguro volver a Bahrein tal y como están los ánimos? Mi respuesta es que no lo sé. Si la familia Al-Khalifa es capaz de arreglar la situación con normalidad y buena disposición, el país volverá a la calma y estoy convencido de que la F1 volvería encantada al emirato. Sus gentes, de natural hospitalarias, volverían a contar con un evento que, año tras año, convierte Sakhir en un oasis en medio del desierto.
Sin embargo, si los insurgentes recrudecen sus respuestas, Bernie Ecclestone debería desistir de organizar allí el GP de 2011. Y quizá también el de 2012. El horno no está para bollos e intentar llevar allí toda la parafernalia que supone un gran premio puede ser totalmente contraproducente. Button ya sufrió un ataque el año pasado y no fue en un país que estuviera sumido en el caos. ¿Quién nos dice que ninguno de los pilotos vaya a sufrir algún tipo de consecuencia por correr en Sakhir? Como es imprevisible, lo recomendable es la cautela.
Cautela en un mundo en el que se desprecian los riesgos.
Es un hecho. La Fórmula 1 no asume riesgos: los viene despreciando año tras año. Desde la trágica muerte de Senna, afortunadamente, la seguridad en los monoplazas y los circuitos ha evolucionado muchísimo, de forma que las escuderías se han reído en la cara del peligro y los pilotos pueden alcanzar velocidades de vértigo con la certeza de que si algo sale mal, hay infinidad de sistemas y dispositivos que mantendrán su integridad física todo lo posible: el HANS, la cabina indeformable, los cables de sujeción de los neumáticos... Todos ellos diseñados e implementados para mejorar la seguridad de los hombres que tanto nos hacen disfrutar los fines de semana que hay carrera (y, espero, pronto la de alguna mujer).
Sin embargo, esta vez, la F1 ha tenido que refrenar sus caballos, desbocados en la pista y sin freno una vez que el mundial echa a andar. Se ha tratado con extrema cautela lo que está pasando en Bahrein y deberá seguirse la evolución de la situación del país con mucha atención. Ecclestone, jefe supremo de la F1, quiere correr allí a toda costa. Es normal. Es un sitio que supone unos ingresos enormes para la organización y debe ser un lujo ver una carrera allí en directo, a juzgar por lo que vemos por televisión. Pero esta vez, Bernie va a tener que sujetarse más de lo que está acostumbrado a hacer.
Sin pilotos ni escuderías, la Fórmula 1 no existiría. Y, a mi entender, el sentir de Massa es el sentir de la mayoría de personas que componen este deporte. El brasileño dijo ayer que la parte humana es más importante que la parte profesional; lo importante es que se arregle y podamos volver más adelante con seguridad para todos. Ecclestone, en el ínterin, estaba visiblemente decepcionado con la cancelación del GP y, entre líneas, pudimos leer su enfado con la situación en Bahrein: lamento la situación en Bahrein y deseo su pronta resolución, para poder volver a estar pronto en Sakhir.
Posibilidades de regreso
Ahora mismo, si yo fuera Ecclestone, no me plantearía volver. Ni siquiera más adelante.
Es cierto que es la primera vez que se tiene que suspender un Gran Premio, pero la cancelación parece una idea muchísimo más razonable. En primer lugar, porque aunque las aguas vuelvan a su cauce, es posible que la más mínima chispa prenda otra rebelión de similar escala y volvamos a las andadas. Y si esto ocurre antes de montar nada, todavía podría evitarse, pero una vez que lleguen allí camiones, ingenieros, televisiones, etc., ¿cómo podrían salir del Golfo Pérsico sin encontrarse atrapados entre la insurgencia?
Aún así, se barajan varias fechas alternativas. Todas las cuales supondrían tres fines de semana seguidos con carreras, con el follón que eso supone a las escuderías. Si finalmente esto ocurre, va a ser todo un reto organizativo y logístico.
A la espera quedamos.
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